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LA OLA
LAS OLAS, AMENAZA ETERNA
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FOTO: DAVID RUANO |
La Ola tuvo el primer montaje español de la mano de Ignacio García May - texto - y Mark Montserrat Drukker - idea y dirección - en Barcelona. Dado el éxito y el posible interés, Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, intervino para que entrase en la programación de la temporada 2014/15.
Lo que hoy se titula La Ola fue un experimento de 1967 llevado a cabo por el profesor de Historia Contemporánea Ron Jones (1941), joven de unos veinticinco años, que se denominóTercera Ola. El experimento era de corte psicológico con adolescentes en torno al nacimiento del nazismo. PosteriormenteTom Strasser escribió un libro,La Ola, inspirado en tal experimento, que encontró su versión cinematográfica con el mismo título. Lo que se estrenó en Barcelona (2013) y ahora, con retoques, nos llega al Teatro Valle Inclán (2015) no es una dramatización del libro de Tom Strasser, ni una adaptación teatral de la película. A lo largo de cinco años tanto Ignacio como Mark han investigado nuevos documentos, y han realizado entrevistas. De ahí ha salido un texto nuevo que ha sido completado durante la puesta en escena, tras un trabajo de talleres, y que se traduce en un espectáculo atrayente e impresionante a todos los niveles: contenido, dirección e interpretación.
El tal experimento de Jones respondía a un interrogante en los alumnos: ¿cómo pudo forjarse la sociedad que dio pie al nazismo y a los campos de concentración? Durante varias semanas los muchachos de la clase deberán seguir unas reglas estrictas que les permitirán experimentar, desde dentro, y en primera persona, lo fácil que es convertirse en parte de un aparato totalitario.
La traducción a la escena de tal experimento se hace creíble, hasta el punto de que terminamos por integrarnos en la marcha dramática de los acontecimientos, que resultan verosímiles gracias a unos diálogos y situaciones bien construidos, y bien interpretados, tano a nivel verbal como corporal.
De todo el número real de alumnos con los que Jones experimentó, unos 200, la versión teatral cuenta con 7. Algo lógico al trasladarlo a escena. Son las reglas del teatro. No obstante, lo que sí se ha conseguido es que esos 7 alumnos sean representativos de colectivos por carácter y psicología. Una virtud de la dramaturgia.
La temática del experimento, aunque va directamente referida al acontecimiento histórico de los nazis, al contemplarlo sobre la escena transciende el dato concreto y se convierte en amenaza universal, que, por desgracia, en la humanidad se sigue repitiendo de un modo más o menos patente. Basta oír las soflamas, ahora que estamos en era de pre-elecciones, de los que se llaman líderes de los partidos y las de sus alevines. Si salimos fuera de las fronteras el fenómeno es muy similar y, a veces, redimensionado. No tendría importancia la soflama, cada uno puede bramar como quiera, si se le sometiese a análisis crítico por parte del colectivo. El problema es que no parece que tales colectivos vayan por ese camino, y más bien cierran los ojos a la falacia que incluye lo del "Poder de disciplina, de comunidad y de acción", "slongans" de la Tercera Ola. Tal "slongan" si se tomase racional y humanitariamente puede producir una sociedad benefactora, pero, por desgracia, cuando se acude a él para imponer un orden y una eficacia, se precipita en un totalitarismo. Mantener un equilibrio es el gran desafío de una sociedad que se precia de ser democrática.
La actualidad de este experimento escénico se hace patente, puesto que, a poco que uno analice, el sistema totalitario aparece, fácilmente, en cualquier colectivo que emprende una tarea, más allá de la política. Piénsese en el mundo de la Empresa donde el "Sí bwana" es proverbial o en el mundo de las relaciones personales, aunque ese sea una bina.
A pesar de lo sesudo y transcendente de la temática, la obra tiene momentos humorísticos, bien por el comportamiento de cada personaje o por las situaciones creadas. Ello le da un toque de verismo, y por lo tanto de credibilidad y aceptación.
Si la estructura dramática es convincente, lo es también la labor interpretativa de todos los actores, que son jóvenes, y, ya, su simple presencia corporal hacen muy creíble los personajes. Después, está la interpretación muy ajustada al carácter de cada personaje y, sorprende, la filigrana interpretativa de pequeños detalles y reacciones de cada uno de ellos en los momentos de escucha. Destacar uno más que otro sería injusto, pues ha sido una labor de dirección y de interpretación personal muy bien ajustada en todos. Sí se hace necesario recordar sus nombres: Javier Ballesteros (Robert), David Carrillo (Doug), Jimmy Castro (Norman), Carolina Herrera (Wendy), Ignacio Jiménez (Steve), Helena Lanza (Aline), Jones), Alba Ribas (Sherry). Xavi Mira encarna al profesor Ron Jones, y consigue una interpretación llena de matices, y muy convincente.
La obra está muy parcializada en diferentes escenas, paso del tiempo, que se resuelve con agilidad y ritmo. No hay tiempo muerto, y por lo tanto toda la narración fluye ágilmente, así como se construye, válidamente, un apunte coreográfico, con el variar de los movimientos y la ocupación de nuevos espacios que sugiere, bien, el mundo escolar de un Instituto. Un acertado y eficaz espacio escénico de Jon Berrondo, así como una inteligente iluminación de Albert Faura ayudan a la ambientación y a la sorpresa.
El múltiple vestuario de María Araujo, clave importante en la obra para situarnos en el transcurrir del tiempo, está diseñado con precisión y poder de evocación, componiendo bien la personalidad de cada personaje.
El sábado 21 de febrero el público llenaba la Sala y las ovaciones, al final, fueron prolongadas y entusiastas. Ese día estaba programado Encuentro con el público, al que acudía el norteamericano Mark Hancock, uno de los supervivientes de aquel experimento de 1967, y el que una gran parte del público se quedase al debate muestra el entusiasmo que suscitó la representación. En ese mismo encuentro pudimos constatar una vez más la buena labor interpretativa de los actores. Se habían quitado sus máscaras, y resultaban totalmente distintos a sus personajes. Garantía de que, durante el desarrollo de la historia escénica, dejaron de ser ellos para encarnarse en aquellos escolares de 1967.
Uno de los espectadores que intervino al final, reconoció ser muy poco adicto al teatro. "Veo poco teatro". Ante este espectáculo su actitud futura sería otra. Es lo que genera el buen teatro.
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FOTO: DAVID RUANO |
Título:La ola
Idea:Marc Montserrat Drukker
(A partir de un experimento real de Ron Jones)
Autor: Ignacio García May
Escenografía:Jon Berrondo
Vestuario:María Araujo
Iluminación:Albert Faura
Sonido:Francisco Grande, Igor Pino
Vídeo:Xavier Bergés
Coach vocal:Isabel Pastor
Ayudante de dirección:Toni González
Producción:Centro Dramático Nacional
Intérpretes:(por orden alfabético) Javier Ballesteros (Robert), David Carrillo (Doug), Jimmy Castro (Norman), Carolina Herrera (Wendy), Ignacio Jiménez (Steve), Helena Lanza (Aline), Xavi Mira (Ron Jones), Alba Ribas (Sherry)Dirección:Marc Montserrat Drukker
Estreno en Madrid:Teatro Valle Inclán (Sala Principal), 30 - I - 2015
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