Contactar

 

Estampas del teatro de los cuarenta. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Jueves, 05 de Junio de 2014 18:25

ESTAMPAS DEL TEATRO EN LOS CUARENTA
LUCES Y SOMBRAS EN LA ESCENA, CUANDO FRANCO

   estampas cartel 2 b copia
   FOTO: CDN

La sala de la Princesa del María Guerrero ha sido convertida en uno de aquellos cafés con mesas de mármol que abundaban en el viejo Madrid, algunos de los cuales alojaron tertulias famosas, y que, a medida que el siglo XX caminaba hacia su final, fueron desapareciendo o siendo sustituidas por modernas cafeterías. Restos de aquella época quedan el Gijón y el Comercial y, en la memoria de los espectadores que han perdido el pelo o peinamos canas, permanecen el Varela, el Lyon o el Dorín. Por éste, que es resumen de todos ellos, desfilan gentes de la farándula que protagonizaron la vida teatral madrileña en los primeros años de la postguerra. La autora, Blanca Baltés, profesional de la escena e investigadora que conoce a fondo aquel período, ha escogido, no al azar, a siete de aquellos personajes y se ha inventado a un mozo de café con vocación de actor para levantar acta del estado en que se encontraba nuestro teatro.

Los siete que recalan en el imaginario café son Ricardo Calvo, de la saga de los Calvo, un maestro de la declamación que alcanzó la gloria interpretando a don Juan Tenorio y a Segismundo y que, ya sexagenario, hizo, en 1933, el Ignacio de Loyola de El divino impaciente; Cayetano Luca de Tena, sucesor de Felipe Lluch al frente del Español, en el que, en poco más de una década, representó medio centenar de obras clásicas y contemporáneas, entre estas Historia de una escalara, con la que Buero Vallejo iniciaría su carrera de dramaturgo; Luis Escobar, marqués de las Marismas del Guadalquivir, director, actor y comediógrafo, que dio a conocer a numerosos dramaturgos europeos contemporáneos y que, en los años en que transcurre la acción, ocupaba la dirección del María Guerrero, cargo que desempeñó hasta 1953, cuando adquirió el Eslava; Lola Membrives, actriz argentina hija de españoles, quien, tras sus primeros pasos como cupletista, se erigió en una de nuestras más importantes actrices dramáticas, dando vida a ambos lados del Charco a los grandes personajes femeninos creados por los Quintero, Benavente o García Lorca; la declarada adicta al régimen franquista y amiga de algunos de sus gerifaltes Celia Gámez, otra argentina también hija de españoles, que de corista pasó a gran vedette de la revista, a cuya dignificación contribuyó; Rafael Martínez Romarate, calificado por Alfredo Marquerie mago de la luz, ingeniero palentino casado con Pilar de Valderrama, la Guiomar de Machado, que ejercía de luminotécnico en el María Guerrero; y Eduardo de Lalama ”Chapete”, que empezaba en el Español su dilatada carrera como regidor de escena.

A la presencia de estos personajes se une la voz en off del temido e influyente crítico teatral Alfredo Marqueríe, que, de 1940 a 1944, escribió en el diario Informaciones y, desde entonces y durante al menos dos décadas, en ABC. Otras voces informan sobre el clima que presidía la España de aquellos años, con referencias a la Guerra Mundial y con profusión de soflamas franquistas. El resultado es un espectáculo didáctico y para algunos nostálgico al que le cuadra la calificación de “estampas” que forma parte del título.

Pocas cuestiones han escapado al buceo de la autora en el teatro de los cuarenta. Se habla de los profesionales que tomaron el camino del exilio y, entre los que se quedaron, de los que, para sobrevivir, se acomodaron a las reglas impuestas por el régimen o a los que simplemente cambiaron de chaqueta. También de los que, siendo adictos al régimen, impulsaron la renovación del teatro español y trabajaron para dar a conocer el que se hacía fuera. Asistimos a la resistencia ofrecida por los grandes divos de la escena a la figura emergente del director y a las profundas transformaciones técnicas y artísticas que su presencia propició en los campos de la interpretación, la escenografía y la luminotecnia. Sobre el tapete estaba la lucha entre el anquilosamiento y la innovación. Se rememora el estreno de Historia de una escalera y de su éxito, al que tanto contribuyó el empeño de Cayetano Luca de Tena. Abundan las referencias a los Tenorios que año tras año regresaban a los escenarios por Todos los Santos, fieles, unos, a la tradición y provocadores, otros, como aquel con decorados y figurines de Dalí que ofrecieron en 1949, en el María Guerrero, Luis Escobar y Humberto Pérez de la Ossa. Al hilo del escaso interés ofrecido por buena parte del teatro comercial que copaba nuestros escenarios, se aborda la creación de los teatros de cámara y ensayo, los cuales, junto a los TEU, vivero de grandes profesionales, aportaron aires nuevos en las sesiones únicas que se ofrecían aprovechando el descanso de los lunes. No faltan las alusiones al constante flujo de compañías entre España y latinoamérica, cuyas giras se prolongaban durante meses. En su repaso, Blanca Baltés no ha olvidado referirse al futuro que ya se anunciaba, en el que José Tamayo tenía reservado un lugar relevante.

Es obvio que tan amplio abanico de asuntos abordados en sesenta y cinco minutos escasos apenas permiten profundizar en su análisis, mucho menos si tenemos en cuenta que, a la presencia física de los personajes citados más arriba, se añade la mención de otros muchos. La lista de nombres, por encima del centenar, incluye directores, actores, autores, compositores, directores, empresarios, escenógrafos, figurinistas, diseñadores de luces, críticos y políticos. Estamos, pues, más cerca de un saludable y necesario ejercicio de recuperación de la memoria que de una pieza teatral al uso. Aunque no estoy seguro de ello ni de que esa sea la voluntad de los promotores del proyecto, tal vez estas estampas podrían ser el boceto de una empresa más ambiciosa.  En todo caso, el resultado es más que satisfactorio y a él han contribuido la excelente actuación de Antonio Gómez (Luis Escobar), Rafael Rojas (Ricardo Calvo y Rafael Martínez Romarate), Fernando Soto (Cayetano Luca de Tena), Guadalupe Lancho (Celia Gámez), Elisa Marina (Lola Membrives), Juanma Rodríguez (Chapete y camarero) y Carlos Jaime Álvarez, que presta su voz a Alfredo Marqueríe. Roberto Cerdá - el director - ha cuidado al máximo el trabajo de los actores y se ha preocupado de arropar el texto con efectos y pequeñas acciones que rompen el estatismo de los diálogos.     

Título:Estampas del Teatro en los Cuarenta
Autora:Blanca Baltés
Producción:Centro Dramático Nacional
Intérpretes (Por Orden Alfabético):Antonio Gómez, Guadalupe Lancho, Elisa Marinas, Juanma Rodríguez, Rafael Rojas, Fernando Soto, Voz En Off Carlos Jaime Álvarez
Dirección:Roberto Cerdá
Estreno en Madrid:Teatro María Guerrero (Sala Princesa) (CDN): 30 - V - 2014  

 
 
JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo



Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero
Sala princesa
Director: Gerardo Vera
C/ Tamayo y Baus, 4
28004 – Madrid
Metro: Colón, Banco de España, Chueca.
Bus: 5,14,27,37,45,52,150
RENFE: Recoletos
Parking: Marqués de la Ensenada,
Pz de Colón, Pza del Rey.
Tf. :91 310 29 49
ServiCaixa 902 33 22 11
Venta Internet: 
www.servicaixa.com
Día del Espectador: miércoles (50%)
Descuentos: Grupos. Tercrera Edad, Carnet Joven
Atención al abonado: 91 310 94 32
E-mail: 
Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla

 

Última actualización el Miércoles, 11 de Junio de 2014 08:52
 
Adobe Creative Suite 6 Design & Web Premium || Microsoft Windows 7 Home Premium || Adobe Creative Suite 4 Master Collection MAC || Parallels Desktop 7 MAC || Autodesk AutoCAD 2010 || Navicat Premium 9 || Microsoft Office 2011 Home & Business MAC || Adobe Photoshop Elements 10 || Adobe Acrobat X Pro || Adobe Photoshop Lightroom 5 || Sony Vegas Pro 9 || Adobe Creative Suite 5 Web Premium