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Los amores de la Inés/ La verbenade la Paloma. T. Zarzuela. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Viernes, 25 de Octubre de 2013 09:50

 

LOS AMORES DE LA INÉS
y
LA VERBENA DE LA PALOMA 

LA CREDIBILIDAD DE LOS SAINETES
 

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 LOS AMORES DE LA INÉS
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LA VERBENA DE LA PALOMA
FOTOS: TEATRO DE LA ZARZUELA

En la época actual justificar el porqué se han unido dos sainetes del género chico parece obligado. Se buscan justificaciones: mismo compositor, mismo ambiente, homenajes... No era sí en el siglo XIX, puesto que el género chico entraba en la programación del llamado Teatro por horas. Cada hora de la tarde subía al escenario un sainete y, se componían con una hora de duración. En el siglo XX, el público se había acostumbrado a un tipo de teatro de una hora de duración como mínimo. En la actualidad llegamos hasta tres horas y más. Con la zarzuela grande no había problema. Las casi dos horas de duración se acomodaba bien a las exigencias del público. Con el género chico ya era otro cantar. Las compañíaS de repertorio del s. XX juntaron dos sainetes sin más. Se ofrecía lo que la compañía llevaba en el repertorio, y así se juntaban: Los cadetes de la Reina con Agua, Azucarillos y Aguardiente. En Barcelona, en los años cincuenta, buscar una razón para unir los sainetes se complicó más. Aquellas compañías, por el mismo precio, ofrecían dos zarzuelas grandes,  o bien una zarzuela grande y dos sainetes, o cuatro sainetes. El caso era llenar las cuatro horas. Uno entraba a las cinco y salía a las nueve que con los descansos, el reloj marcaba las diez. ¡Vamos, un empacho!, que el público agradecía. El criterio de unión era muy amplio, pero lo que importaba a aquel público era oír las músicas y a los cantantes, ya que los libretos se los sabían. Por eso, no era extraño que, ciertos días, jugaban un poco: en el primer acto lo cantaban unos cantantes y en el segundo otros. Recuerdo a una Mariblanca de El Cantar del arriero, que en el primer acto estaba entrada en carnes, y en el segundo era el espíritu de la golosina. En estos últimos años , y sobre todo en el Teatro de la Zarzuela, cuando se ofrecen dos piezas del género chico se filosofa sobre el porqué de tal maridaje. Los criterios son varios. 

Todo es prólogo viene a cuento, porque la temporada 2013/14 arranca con dos sainetes: el desconocido Los amores de la Inés de Manuel de Falla, y la profusamente tatareada  La Verbena de la Paloma de Tomás Bretón. 

Los amores de la Inés (1902) es la única zarzuela de Manuel de Falla que subió al escenario. Escribió otras cinco (1), de las cuales hasta el momento, parecen haberse evaporado, salvo Limosna de amor. 

La elección de este título entra en el criterio del Teatro de la Zarzuela de la recuperación de títulos nuevos (2), siempre que valgan la pena, y darnos a conocer al Falla zarzuelero, con el plus de que Los amores de la Inés se estrenó en 1902, con éxito de público y reticencia en la crítica, y ya no se volvió a representar más. Este es, pues, un estreno en el siglo XXI. La posibilidad de recurrir a ella es porque, en 1992, se encontró la partitura orquestal. Hasta esa fecha sólo se disponía de una partitura para canto y piano. 

Venía ahora la segunda parte: ¿Que sainete podría completar la velada? La popular y recurrente La Verbena de la Paloma de Tomás Bretón, pareció oportuno. No se escondía una razón económica, ya que La Verbena tiene el público asegurado, pero en esta ocasión había otras dos razones: Una primera la amistad de Bretón y Falla, debido a una relación maestro-discípulo. La segunda razón es que, tanto en un sainete como en otro, la historia transcurre en el Madrid del pueblo, y en ambos el amor y desamor desencadenan los celos. 

José Carlos Plaza se ha encargado de la dramaturgia y la dirección escénica. No se ha contentado que Madrid y los celos, sean únicamente el parentesco de ambos sainetes. Ha conseguido, sabiamente, cierta unión interna: en el Madrid de barrio se pueden dar esas dos historias de amor y desamor y de cierta denuncia: quien tiene dinero intenta comprar el amor de los seres más humildes. Ahí está el acomodado Don Hilarión (Enrique Baquerizo) que intenta robarle la novia a Julián (Damián del Castillo) en La Verbena, y el Fatigas (Juan Carlos Marín), en Los amores de la Inés, que se ha apoderado de la novia (Inés) de Juan (Enrique Ferrer). También existe cierta relación entre la Susana (María Rey-Joli) de La Verbena y la Inés (Susana Cordón) de Los amores. Ambas son mujeres castigadoras en eso de traer al retortero a sus románticos y quijotescos enamorados, pero es sólo fachada. 

Estas líneas comunes, José Carlos las aprovecha excelentemente engranando los personajes de uno y otro sainete. El Madrid popular es el "habitat" de todos aquellos seres, cuyo centro de operaciones es la taberna y el barrio. Ya en la taberna del primer cuadro de Los amores de la Inés, se hace presente desde el comienzo La Verbena. En el decorado de tipo figurativo, vemos pintado un gran Julián con la cara hundida sobre la mesa, misma postura que se repite sobre la escena. La Seña Rita (María Rodríguez), en un momento dado, se lo llevará consigo. El moralista tabernero (Santos Ariño) - esposo de la Seña Rita - de La Verbena es el dueño de la taberna, Señor Lucas, de Los amores. Para acentuar tal presencia , casi al final, se añade un número musical, voz y piano, Olas gigantes (rima de Gustavo Adolfo Bécquer), que inicia la Seña Rita y lo concluye la Inés. Algo similar sucede en La Verbena. Por el barrio circulan el Fatigas (Juan Carlos Marín) y la Felipa (Pepa Gracia), y la Inés y su Juan, todos emparejados felizmente. El resto de los personajes secundarios, son los mismos en uno y otro sainete. 

Acierto, pues, por parte de José Carlos el crear una unidad más allá de la mera yuxtaposición externa. A esta unidad y trasiego de personajes en uno y otro sainete, ayuda el elemento escenográfico inspirado en los cuadros realistas de la pintora Amalia Avia (1930 - 2011), sobre un Madrid del que quedan pocas huellas y que fue aquel Madrid del s. XIX y de la primera mitad del siglo XX. Debido a tal inspiración, la escenografía prefiere los paneles planos, evocando los cuadros de la pintora, aunque los combina con otros de volumen, pero, en todos, manteniendo el estilo pictórico de su creadora. 

Los cuadros de Amalia son establecimientos y calles, ausente, en la mayoría de ellos, la figura humana. Resultan tan evocadoros que el espectador puede imaginar multitud de historias tras sus puertas y ventanas. José Carlos ha abierto las ventanas y puertas y de ellas ha surgido un variado desfile de personajes, con un denominador común: "También la gente del pueblo, tiene su corazoncito", el lamento de Julián. 

La eliminación del tópico chulesco en el habla y el vestuario, acercan la historia al espectador como más creíble. Más verista. Los personajes hablan como nosotros, sin los "tiès" o los "dita sea lá", que por otra parte no están en el texto, sino que han sido corruptelas del tiempo. Tal decisión, así como la eliminación del acento chulapón, más teatral que real, colaboran en este acercamiento. Vamos, que esos amores y desamores resultan creíbles y nada acartonados. 

Todo ello se complementa con una auténtica dirección de actores, tanto a nivel de léxico interpretativo como espacial. Aunque desde hace unos años se acabó con aquello de que los cantantes líricos actúan mal, y todo se les perdona si su canto responde, aquí esta dimensión interpretativa está muy potenciada en todos y llama la atención favorablemente. Pero la interpretación es, como he dicho, también espacial. Sobre la escena hay un continuo movimiento de los personajes en una serie de líneas bien trazadas, tanto a nivel de los solistas como del coro. Ese movimiento igualmente se traslada a los decorados que deambulan por la escena, evocando diversos rincones de Madrid. De este modo el espacio cobra vida y huye del estaticismo, colaborando eficazmente en el ritmo de todo el espectáculo. 

Enrique Baquerizo interpreta a Don Hilarión, que sigue la línea de estos últimos tiempos: no hacerlo tan vejete ni tan necesitado de viagra, en modo que la relación con sus niñas es como la de un "abuelete". Aquí es un hombre maduro, más entero, de buena planta y, por lo tanto, sus intentos de seducción dejan de ser inocentes y se alejan de los eufemismos. A transmitirnos esta vitalidad colabora su voz entera y segura de barítono, olvidando la tesitura de tenor cómico que impuso las versiones de Miguel Ligero en cine y la grabación discográfica. Con este matiz, La Verbena de la Paloma cobra otro sesgo: la de una historia de abuso del poder de los más fuertes sobre los más débiles, cuya intención es poder comprar los favores de la juventud con el dinero. La interpretación textual y musical de Enrique arrancó los aplausos en el popular "Una morena y una rubia", así como subió de volumen en los aplausos finales. 

Llama poderosamente la atención, aunque se esperaba, Susana Cordón en el papel de Inés. Se esperaba, pues la habíamos visto en La Chulapona y, esta temporada, en el cómico papel de Berta en Las Bodas de Fígaro, del Teatro Real. Vuelve a mostrar su dotes de actriz y de voz. María Rodríguez, en el papel de Seña Rita, como siempre, segura en los dos aspectos. Crea una Seña Rita convincente. María Rey-Joly, en el papel de Susana, se mantiene en el mismo tono de calidad de sus otras oponentes. Damián del Castillo es Julián. En esta versión la tesitura es la de barítono - la partitura es accesible al tenor o al barítono -,  y Damián responde con eficacia y delicadeza. Su amargura se mantiene en la línea de cierta discreción, resultando creíble. El tenor Enrique Ferrer en el papel de Juan - Los amores la Inés - satisface con su Carceleras y destaca junto a Susana Cordón en el dúo. También, como todos, está "infectado", en el buen sentido de la palabra, del acertado "hacer" interpretativo. Hay que mencionar, también, al barítono Gerardo Bullón, en su breve papel del Sereno, cuya voz proporciona una prestancia favorable. 

Así como La Verbena de la Paloma tiene predilección por la música y menos por el texto hablado, de modo que casi podría ser una pequeña ópera, no sucede los mismo con Los amores de la Inés, más generosa en texto hablado y con sólo cinco números musicales. De las excelencias de la partitura de La Verbena se ha escrito y alabado en demasía. No así con Los amores de la Inés, desconocida y sin discografía. Oyéndola ahora y con orquesta sinfónica, suena bien. Muestra un Falla conocedor del mundo flamenco y eficaz en la seguidillas y carceleras. En conjunto hay un sonido, más allá de partituras facilonas como tienen algunos sainetes, que nos habla de una personalidad musical única. También hay que destacar el dúo, que aunque sigue los cánones de la época, resulta brillante. Ha valido la pena su recuperación. 

Los amores de la Inés deambula por el mundo urbano del hampa madrileño. Llama la atención que en la época ya está concienciada la lucha hombre-mujer.  Éste considerando a las mujeres como culpables de lo que les pasan a ellos, y ellas reivindicando sus derechos frente al primitivismo masculino. 

Con respecto a La Verbena de la Paloma, cabe señalar lo bien resuelto que está el tercer cuadro, en la verbena, que, en muchas versiones, se tiende a reducir porque de la lectura se desprende cierta cursilería y chistes trasnochados. José Carlos lo ha mantenido, tal cual indica el libreto. Funciona y la ridiculez tontorrona desaparece. 

El espectáculo ofrecido en el Teatro de la Zarzuela resucita favorablemente a un compositor desconocido en el mundo de la zarzuela, Falla, y da credibilidad a las historias que nos  cuentan. Los personajes van más allá de estereotipo. Un valor añadido es la fluidez y movimiento de la escena, como si fuera el vaivén de la batuta.  

____________________ 

(1)
La Juana y la Petra (La casa de tócame Roque) 1 act J. Santero, inspirada en el sainete de Don Ramón de la Cruz 1900,
Limosna de amor, 1 act José Jackson Veyán 1901–1902 
Los amores de la Inés, 1 act Emilio Dugi (Mannel Osorio y Bertrand)  12 April 1902 Madrid, Teatro Cómico
El cornetín de órdenes  (compuesta con Amadeo Vives), 3 acts  c. 1903, perdida  
La cruz de Malta  (compuesta con Amadeo Vives),   c. 1903, perdida
Prisionero de guerra  (compuesta con Amadeo Vives), 

(2)Gloria y peluca (1983) (Barbieri) (CLIKEAR), El Juramento (1991) (Gaztambide) (CLIKEAR), Las Bribonas (2007) (Viergel y Calleja) (CLIKEAR) , El Trust de los Tenorios (2011) (Serrano) (CLIKEAR), La Venta de Don quijote (Chapí), El estreno de un artista (2011) (Gaztambide) (CLIKEAR) etc... 

Título: Los amores de la Inés
Libreto: Emilio Dugi
Música: Manuel de Falla
Título: La Verbena de la Paloma
Libreto: Ricardo de la Vega
Música: Tomás Bretón
Escenografía e iluminación **: Paco Leal
Vestuario: Pedro Moreno
Coreografía: Natalia Ferrándiz
Ayudante de dirección: Jorge Torres
Ayudante de Escenografía: Daniel Ruiz
Ayudante de iluminción: Pedro Yagüe
Ayudante de vestuario: Cristina Rodríguez
Diseño de sonido: Arsenio Fernández
Realización de escenografía: Decoraciones Bongar, SL
Realización de Vestuario: Ana Lacoma y Luis Dosantos
Teñidos: María Calderón
Pelucas: Mario Audello
Utillería: Hermanos Mateos
Figuración: Omar Azmi, Pedro Bachura, Rafael Delgado, Pablo Garzón, Antonio Gómiz, Iván Nieto-Balboa, Félix Navarro
Bailarines: Bruno Argenta, Marina Claudio, Alberto Ferrero, Antonio Fornaguera, Nella González, José Merino, Silvia Rincón, Esther Ruiz
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Titular del Teatro de La Zarzuela
Coro del Teatro de La Zarzuela 

Los amores de la Inés (reparto): Susana Cordón (Inés), Pepa Gracia (Felipa), Montse Peidro (Blasa), Enrique Ferrer (Juan), Santos Ariño (Señor Lucas), Juan Carlos Martín (Fatigas), Israel Frías (Moreno), Xavi Montesinos (Rata Sabia), Ángel Pardo (Araña), Joaquín Mancera (Pesqui) y Marcos Marcell (Mozo).

Pianista: Celsa Tamayo
Acordeonista: Alfredo Valero. 

La verbena de la Paloma (reparto):Enrique Baquerizo (Don Hilarión), Emilio Sánchez (Don Sebastián) , Damián del Castillo (Juián), María Rodríguez (Señá Rita), María Rey-Joly (Susana), Mar Abascal Casta), Amelia Font (Tía Antonia), Sara Salado/ María Mezcle (Cantaora), Santos Ariño (Tabernero), Ricardo García* (Portero), Graciela Moncloa *(Portera), Didier Otaola Guardia 2º), Sebastiá Peris (Guardia 1º), Gerardo Bullón (Sereno), Xavi Montesinos (Un dependiente), Ana Goya (Doña Severina), Encarna Piedrabuena (Doña Mariquita), Carolina Rocha (Teresa), Irene Caja (Candelaria), Joseba Pinela (Un inspector), Alicia Martínez* (Vecina 1ª), Montse Peidro (Vecina 2ª), Lorenzo Jiménez* (Vecino), Pepa Gracia (Chulapa) y Juan Carlos Martín (Chulapo),  Javier Ferrer* (cantando), Israel Frías (hablado) (Mozo 1º), Alberto Ríos * (cantado) y Ángel Pardo (hablado)(Mozo 2º).

Pianista: Liliam Castillo 

Director del Coro: Antonio Fauró
Dirección musical: Cristóbal Soler
Dirección de escena: José Carlos Plaza
Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 19 - X - 20113 

* Miembro del Coro del Teatro de la Zarzuela
** Inspirada en la Pintura de Amalia Avia

 FMI5638 D 
 ENRIQUE BAQUERIZO
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ENRIQUE FERRER / MARÍA RODRÍGUEZ
FOTOS: TEATRO DE LA ZARZUELA

 

 

 

José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 

Última actualización el Viernes, 25 de Octubre de 2013 10:54
 
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