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Welcome, Mr. O'Neill. Reseña 1987 PDF Imprimir E-mail
Escrito por Santiago Martín Bermúdez   
Lunes, 14 de Mayo de 2012 14:04

RESEÑA, 1987
NUM. 179, PAG.32 - 33
WELCOME, MR. O'NEILL

 

Eugene O'NEILL, Largo viaje hacia la no­che, Edición de Ana Antón-Pacheco, Cátedra, Letras Universales, n." 51, Madrid 1986,220 pags.

Eugene O'NEILL, El gran dios Brown, Ex­traño interludio, Traducciones de León Mir­las, prólogo de Jorge Luis Borges, Orbis Bi­blioteca Personal de Jorge Luis Borges, n." 37. Madrid 1987.290 pags.

Eugene O'NEILL, A Electra le sienta el luto, traducción de León Mirlas, Orbis Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges. n." 38. Madrid 1987. 190 pags.


EUGENE O'NEILL

La reseña de estos tres libros puede parecer extraña. O'Neill es un valor in­discutible, un clásico, uno de los tres o cuatro grandes dramaturgos del siglo XX, que además obtuvo el premio No­bel en 1936. ¿Dónde es la novedad?

La novedad radica en que es la prime­ra vez que se publican en España obras de O'Neill en volúmenes sueltos. Ade­más, dos de ellos aparecen en una colec­ción que se distribuye masivamente en kioscos, pero que no frecuenta en modo alguno las librerías, ni siquiera las es­pecializadas.

En efecto, las obras de O'Neill fueron traducidas, creo que en su totalidad, por León Mirlas para la argentina Editorial Sudamericana. Era la época en que toda iniciativa y creacn cultural en lengua española era ajena a nuestro país. Re­cordemos las prohibiciones, la censura, la hostilidad. Recordemos las sabrosas trastiendas de algunas librerías donde se amontonaba mercana mexicana, venezolana y, sobre todo, argentina. La editorial Aguilar publicó diez de las tra­ducciones de Mirlas en la llamada "Bi­blioteca de Premios Nobel". Cabe supo­ner que, de haber errado una vez más los suecos, no se habría publicado ese libro. La selección no fue rigurosa: ignoró lo mejor del período de madurez de O'Neill (Extraño interludio, Electra, Largo viaje hacia la noche (CLIKEAR) (CLIKEAR), The iceman co­meth, Una luna para el bastardo ... ) (CLIKEAR)(CLIKEAR), al­gunas de sus piezas anteriores  s im­portantes (El emperador Jones, El mo­no velludo, Todos los hijos de Dios tienen alas ... ) y toda la producción ju­venil. Consiguió al menos una muestra significativa de la producción del dra­maturgo en los años veinte, y sólo se in­trodujo en los treinta para seleccionar una de sus piezas s discutibles, Días sin fin. Las obras, además del dudoso cierre con esta última, eran las siguien­tes: Mas allá del horizonte, Oro, Dis­tinto, Anna Christie, El primer hom­bre, Íntimamente unidos (Welded), Deseo bajo los olmos, Los millones de Marco Polo y El gran dios Brown. Es decir, había algunas obras muy im­portantes. Pero este volumen se encuen­tra agotado hace mucho tiempo. Ahora que el fondo de Aguilar ha pasado a otras manos, después de una largsima crisis que apartó del mercado las inte­grales de Calderón, Shakespeare a Goe­the, entre otros, cabe suponer que el vo­lumen será reeditado. Soabre todo teniendo en cuenta que 1988 será el año del centenario del nacimiento de O'Neill (1).

No creo equivocarme demasiado si sospecho que la traducción, obra de Ana Antón-Pacheco, de Long day's journey into night es la primera versión castella­na que se hace de O'Neill por alguien que no sea León Mirlas, y que es el pri­mer volumen suelto de este autor que ha aparecido en España. El honor de ser el segundo y el tercero le correspondea, pues, a los números 37 y 38 de la colec­ci6n "Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges", no distribuida en librerías. Si­gue siendo la traducci6n de Mirlas y se trata de una colección variopinta y her­mosa, al parecer seleccionada por Bor­ges (que, no lo olvidemos, tambn era argentino). Aparte de El gran dios Brown, incluida en el volumen de Aguilar, las otras son novedad absoluta en España.  Además, son de los grande que escri­bió nunca O'Neill.

Largo viaje hacia la noche es la más autobiográfica de las obras de O'Neill. Felizmente, Carlota Monterrey, esposa del dramaturgo, no respetó la voluntad de éste, que pretendía posponer la publi­cación de la pieza hasta veinticinco años después de su muerte. Esto nos hubiera situado en 1978, es decir, sea una obra recién descubierta hoy, que no habría iluminado tanto como lo ha hecho so­bre el resto de la producción de O'Neill... y ades no existiría esa maravillosa pecula de 1961, dirigida por Sidney Lu­met (con música de Previn) y protagoni­zada por Katharine Hepburn, Ralph Rj­chardson, Jason Robards y Dean Stock­well. La edición de Antón-Pacheco es interesante y muy de agradecer, al mar­gen de que su castellano sea poco exi­gente en general. Incluye una breve e ilustrativa introducción a la obra de O'Neill, ades de información biblio­gráfica.

No es posible en esta reseña el análisis de piezas tan complejas y ricas como Viaje ... o como las otras tres. El gran dios Brown (1925) es una espléndida re­flexión sobre dos aspectos difícilmente conciliables del hombre moderno que utiliza elementos del expresionismo ale­mán can rabiosa originalidad, y que es siempre teatro ciento por ciento. Tan original como ella seria Días sin fin (1933), pero aquí no supo el dramaturgo evitar la manipulación de sus criaturas ni alcanzó a escapar del ridículo. Es de­cir, en una ocasi6n (Brown) el expresio­nismo, siempre peligroso, fue fértil, pero no lo fue en la otra. En cualquier caso no son las únicas obras del escritor con ele­mentos expresionistas.

Extraño interludio (1927) es una obra ampsima, que requeriría unas cinco horas de representación, donde el apar­te es llevado al ennoblecimiento y se constituye en elemento dratico esen­cial, no lejano, pero no equiparable, al "monólogo interior" (no olvidemos que Ulises fue publicada en 1922). Es, ade­más, una tragedia moderna donde la protagonista exa su exceso en una paz final aparente, una catarsis plácida don­de la desdicha no se manifiesta en pat­hos, sino en lánguida derrota, no por ello menos inexorable. Aunque conclui­da su redacci6n en 1927, la peripecia se desarrolla entre el final de la primera gran guerra y unos veinticinco arias des­pués. Sin saberlo, O'Neill situó el final de su pieza en media de otra gran gue­rra, aun más sanguinaria, definitiva­mente destructora de un mundo digno en muchos sentidos de añoranza. Care­cía de cualquier tentación futurista: sim­plemente, no le arredró el futuro para hablar, como siempre, del destino de unos seres humanos.

Mourning becomes Electra (CLIKEAR), en fin, es acaso la tragedia mas grande escrita en nuestro siglo. O'Neill necesitó situar­la en el pasado, como Deseo bajo los olmos, y propuso la acción al concluir la guerra civil (1865). Electra es tres obras en una sola, que sea bello pre­sencial en tres as consecutivos, en un mismo teatro. Toma el mito de la Ores­tíada, otra trilogía. Como siempre en O'Neill, la tragedia se desencadena en una familia. El psicoanálisis, que tanto debe a la tragedia ática, aporta elemen­tos decisivos para caracterizar acción y personajes. A mediados de los sesenta se puso una versión mutilasima de Elec­tra en el Maa Guerrero de Madrid. El próximo año, por el centenario, podría tal vez abordarse en su integridad esta obra maravillosa. aunque sería preciso, al menos, otro escenario ... a no ser que, una vez s, se decida hacer teatro ex­pulsando al público de las butacas. Para entonces, por nuestra parte, tal vez ten­gamos fuerzas para desarrollar alguno de los aspectos de O'Neill aquí apun­tados.

(1) A esta precariedad bibliográfica hay que añadir la absoluta ausencia de monografías sobre O'Neill en España. Solo se pueden en­contrar las incluidas en manuales (destaque­mos la ambiciosa obra de Guerrero Zamora sobre el teatro de nuestro tiempo, que incluye lógicamente a nuestro dramaturgo). Las mono­grafías de Falk y Carpenter fueron traducidas y publicadas en Argentina, la primera de ellas con asombrosa puntualidad (en 1959. un año después de su publicación en Estados Unidos). También fue en Argentina donde apareció el libro de Leon Mirlas O'Neill y el teatro con­temporáneo, cuya primera edición (ignoro si hay otras) es anterior en tres años a la muerte del dramaturgo. Tal vez sería interesante volver a publicarlas, o plantearse la traducción de los estudios de John H. Raleigh, Horst Frenz o John Gasnner, que Ana Antón-Pacheco rela­ciona. entre otros muchos, en su apéndice bibliográfico previa a la traducción aquí rese­ñada de Viaje.

 


Santiago Martín Bermúdez
Copyright©santiago martín

 
 

 

Última actualización el Lunes, 14 de Mayo de 2012 18:18
 
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