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El Gato Montés.2012. Plaza. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Martes, 28 de Febrero de 2012 08:29

EL GATO MONTÉS

AMOR ETERNO

 

 
 FOTO: JESÚS ALCÁNTARA

La ópera de Manuel Penella El Gato Montés no ha sido de fácil acceso para el espectador, pues tras su estreno y su éxito de público se ha prodigado poco. (CLIKEAR), salvo el Pasodoble taurino, el cual se ha interpretado por activa y por pasiva. Seguía el mismo camino que las óperas españolas como La Dolores, Margarita la Tornera, La Vida Breve..., las cuales han sido recuperadas últimamente, tanto escénicamente como discográficamente.  De la quema se salvaron Marina - la primera versión fue una zarzuela - y Maruxa, títulos que muchas compañías de repertorio han montado y que cuentan con una discografía abundante. El Gato Montés apareció en alguna ocasión en 1957 con una Compañía de repertorio (CLIKEAR), aún existentes,  y volvió con motivo de la Expo 1992 de Sevilla, pues el ambiente, y ciudad en que se desarrolla, Sevilla, concordaban con la celebración de la Exposición. Después nunca más se supo hasta ahora en el Teatro de la Zarzuela en que Luis Olmos, había programado antes de dejar el cargo de director artístico, en el apartado de "Recuperación de títulos inéditos o menos frecuentes". La recuperación no solamente ha sido un acierto, sino también un éxito de puesta en escena y de público.

 

La historia que Penella nos cuenta, posee todos los ingredientes del andalucismo que a algunos molesta: torero, bandolero, gitana, cortijo, plaza de toros y serranía. Digo molesta porque ya en su estreno, cierta intelectualidad, la tachó de españolada y folklorismo. Indudablemente, si hay algunos peligros, son ésos. Un tercero es caer en el melodramatismo. Estos tres escollos ha evitado, con acierto, el director de escena José Carlos Plaza, el cual ha recurrido a la austeridad de la tragedia, tintando decorados y vestuario de colores oscuros que van del ocre al marrón oscuro, salpicados de negros.

 

Desde el principio se trata de una lectura trágica nada más alzarse el telón que lo hace presto, pues en la partitura el preludio es muy breve. Soleá, la protagonista, canta su tristeza: "Lo mesmito q'er queré son estâ florê/ tantâ espinitâ hay, tantô dolorê /¡Ay de mi, quererê y alegríâ /p'a siempre lô perdí!" Poco después  sabremos que esa tristeza se debe a que: "Si ê q'estoy triste/porq'ér no yega / y quiero verle ya(...) ¡y viene herío!"  El que no acaba de llegar es el torero Rafael "el Macareno", su enamorado, que viene herido. No obstante anteriormente ha confesado: Ay de mi, quererê y alegríâ /p'a siempre lô perdí!. Tal pérdida de alegría no puede ser la ausencia de El Macareno, sino que en su interior anida algo más profundo. Esta es la clave que parece haber tomado José Carlos Plaza, para su puesta en escena. Soléa no es la gitanilla alegre, sino la mujer atormentada que lucha entre dos amores: El Macareno y El Gato Montés. Avanzada la historia y ante la posibilidad de que El Macareno clave el cuchillo a El Gato Montés, no solamente Soleá lo frena, sino que clama: "¡Si le matâ /yo te juro por mi sarvación/q'e me parto er corasón!" Una expresiva y poética declaración de amor de Soleá hacia El Gato Montés. Por otro lado, está el trágico oráculo de la gitana y la copliya de el Pastorcillo. Todos estos atisbos justifican la dramaturgia de José Carlos, que la ha encarrilado por el género de la tragedia.

 

Visto así, El Gato Montés deja de lado la españolada melodramática, para convertirse en un texto que se lamenta del amor imposible en este mundo terrenal. En el fondo es la historia de Romeo y Julieta, El Lago de los Cisnes, y de todos los amores inalcanzables o incomprendidos. Es también un modo de enfrentarse ante la verdad que se resiste a aflorar hacia la superficie, así como la realidad del "fatum" que guía al ser humano. Todo el espectáculo es coherente y pone al espectador como el privilegiado que puede ahondar en el desconocido mundo de las intenciones y del vaticinio. De ahí esa negrura, en conjunto, subrayada en el traje negro con bordados relucientes negros de El Macareno al enfundarse en su hábito de torero; el vestido negro con mantilla y peineta negra de Doña Frasquita (madre de  El Macareno) y la negrura de una plaza de Toros. La clave es, pues, la amenaza de muerte desde el principio, lo cual convierte al archiconocido pasodoble cascabelero, en pasodoble de muerte. En la partitura completa  - cuando se interpreta el pasodoble en las plazas de toros o en otros lugares se interpreta sólo la primera parte que es más festiva - en la segunda parte suenan las amenazas de muerte.

 

La partitura de Penella es variada y acierta en la psicología de los personajes y de las circunstancias. A veces posee toques "zarzuellisticos",  sobre todo, en personajes tendentes a la comicidad: Hormigón, el Padre Antón y gitanillos. Esa especie de ligereza se trunca con arias y concertantes de mayor envergadura. Utiliza también ritmos populares como son el garrotín, las seguidillas y el ya mencionado pasodoble. Todos estos diversos estilos hacen que la obra fluya con agilidad. En las arias y dúos no hay exhibicionismo preciosistas,  en los que la acción se detenga. Penella - autor también del texto - ha concebido su obra en un "continuum" dramático como si fueran los diálogos de un texto en prosa. Esto permite un tratamiento similar a dicho teatro, que José Carlos Plaza ha aprovechado bien, creando un eficaz movimiento dramático sobre la escena tanto en los personajes individuales como corales.

 

Hay soluciones escenográficas francamente buenas. Las más originales son las de la vestimenta de El Macareno, la de la plegaria y la del coso taurino ambientada con el famoso pasodoble. Son originales por su concepción escenográfica y su hilván dramático. La más difícil de concebir plásticamente es la del pasodoble. "Al foro, un túnel de bóveda lleva hasta las puertas de las barreras. Se ven los tendidos de sol llenos de gente". Así reza el libreto. Comienza la corrida acunada por el pasodoble. José Carlos huye del tradicional elemento realista y llena la partitura de una serie de soluciones escénicas de alto valor significativo. Todo un espectáculo imaginativo.

 

Otra de las excelencias de este montaje es el movimiento coral y la individual de los cantantes que responden bien al aspecto interpretativo. Cristina Hoyos ha perfilado la coreografía de tales movimientos y ha montado, sobria y magistralmente, las danzas como son el garrotín y otros momentos bailables.

 

El texto original cuenta con tres actos, el segundo y el tercero divididos en dos cuadros: Fachada del Cortijo, la casa de Rafael El Macareno en Sevilla, Patio de Caballos de la Plaza de Toros, Casa de Frasquita y la guarida de El Gato Montés. Francisco Leal ha creado un espacio escénico, que protagoniza un árido suelo escalonado. A él se van añadiendo árboles resecos, un significativo espejo barroco, unos grandes ojos de la virgen llorando sangre, un tenebroso Coso Taurino. Todo ello bajo una luz tenebrosa de contrastes, también de Francisco Leal. Escenografía y luz sirven bien a esta historia de negrura y de amor.

 

Los tres actos tradicionales se han estructurado en dos partes, pasando de uno a otro y de un cuadro a otro con fluidez sin romper el ritmo-narrativo musicales.

 

La parte vocal de esta ópera no supone mucha dificultad, pero sí la precisión. Mayor dificultad suponen los abundantes concertantes que proporcionan brillantez y espectacularidad. Por decirlo de una vez, el conjunto de solistas como del coro resultan eficaces y brillantes.

 

Hay un doble reparto, y el 26 de febrero lo encabezaban Saioa Hernández (Soleá), Milagros Martín (Frasquita), Mª Fe Nogales (Gitana), Ricardo Bernal (Rafael el Macareno), José Julián Frontal (el Gato Montés), Rubén Amoretti (Padre Antón). Todas ellas son voces jóvenes y seguras. Destaca Saioa Hernández con una voz potente y bien timbrada. A Saioa la pudimos ver en Ópera Romántica hace unos dos años en el Teatro Compac Gran Vía (CLIKEAR) y allí sorprendió. Por aquel tiempo ganó el Premio Manuel Asensi. Aquí también sorprende y muestra su ascendente carrera. Su vocalización es nítida y sin titubeos. El barítono José Julián Frontal llama la atención por su poderosa voz, su precisión y su timbre brillante. Es limpio en el lanzamiento de la voz, sin fisuras ni titubeos. Junto a Saioa, se puede afirmar que fueron los protagonistas del éxito. Ricardo Bernal es un tenor lírico de gran delicadeza, que en los momentos de estruendo orquestal queda apagado, por un excesivo volumen de la orquesta. La mezzosoprano Milagros Martín, habitual en los montajes del Teatro de la Zarzuela llama la tención por el dominio de las notas graves, que en esta partitura cobran especial importancia por el dramatismo del personaje. Rubén Amoretti es un divertido Padre Antón, cuya partitura campea más por la lindes de la zarzuela en un recorrido menos comprometido. Se adecua perfectamente. Eficaz y limpia de voz  María Fe Nogales en su gitana.

 

Los personajes secundarios se han encomendado a componentes del Coro del Teatro de la Zarzuela. No sé si es fruto de los famosos recortes presupuestarios. Sea lo que fuere es una iniciativa loable, pues da opción a estos cantantes de dar un salto en su carrera.

 

Algo a resaltar en todos los protagonistas es una buena capacidad interpretativa, haciendo creíble sus emociones y alejándose de un engolamiento gestual. Ello refleja por una parte la buena labor de dirección de José Carlos Plaza y la buena capacidad interpretativa de los cantantes que saben ser actores. Cada vez, gracias a Dios, está más lejos esa muletilla en los espectadores: "Son cantantes y no se les puede pedir más". Este y otros montajes demuestran que "se les puede pedir más" en manos de un buen director de escena.

 

Como curiosidad anotar que Ángeles Blancas, ahora la Soleá en el otro reparto, interpretó el papel de El Pastorcillo  en la versión discográfica de 1992, liderada por Plácido Domingo (CLIKEAR).

 

El Gato Montés de Penella-Plaza-Hoyos, es un buen espectáculo evocador.

 

Título: El Gato Montés

Música y Libreto: Manuel Penella

Estrenada en el Teatro Principal de Valencia, el 23 de Febrero de 1917

Edición: Revisión a cargo de Miguel Roa (Editorial de Música Española Contemporánea, 1991)

Escenografía e iluminación: Francisco Leal

Figurines: Pedro Moreno

Coreografía: Cristina Hoyos

Maestro repetidor: Borja Marino

Ayudante de dirección: Jorge Torres

Ayudante de escenografía: Daniel Zurita

Ayudante de iluminación: Pedro Yague

Ayudante de vestuario: Cristina Rodriguez

Maestro de luces: Manuel Munoz

Maestras sobretituladoras: Gloria Nogue/Irene Albar

Nueva Producción del Teatro de la Zarzuela

Orquesta de la Comunidad de Madrid: Titular del Teatro de la Zarzuela

Coro del Teatro de la Zarzuela

Pequeños Cantores de la JORCAM

Directora: Ana Gonzalez

Realización de la escenografía: Locura Producciones, S.A. Sfumato

Realización del vestuario: Ana Lacoma

Sastreria:  Cornejo

Tinte del vestuario: Maria Calderon

Tocados: Agusti Yebra

Utilería: Antiqua Escena, Hijos de Jesus Mateos

Digitalización de imágenes: (sobre diseños de Francisco Leal) Antonio Fernandez

Figuración: Omar Azmi, Pedro Bachura, Joaquín Mancera, Marcos Marcell y Toni Márquez

Ballet:  Marina Claudio, Remedios Domingo, Daniel Fernández Mateos, Esperanza Galán, Francisco Guerrero, Francisco Hidalgo, María López, Antonio Mulero, Joaquín Mulero, Silvia Rincón, Yolanda Rodríguez y Javier Sánchez

Intérpretes: Ángeles Blancas (17, 19, 23, 25, 29 de febrero y 2, 4, 8 y 10 de marzo) / Saioa Hernández(18, 22, 24, 26, 1, 3, 7, 9 y 11) (Soleá), Mª Fe Nogales (Gitana), Milagros Martin  (Frasquita), Rosa Mª Gutiérrez*( Loliya), Ángel Ódena (17, 19, 23, 25, 29, 2, 4, 8 y 10) / Jose Julián Frontal (18, 22, 24, 26, 1, 3, 7, 9 y 11), (Juanillo El Gato Montés), Andeka Gorrotxategui (17, 19, 23, 25, 29, 2, 4, 8 y 10) / Ricardo Bernal (18, 22, 24, 26, 1, 3, 7, 9 y 11), (Rafael Ruiz, «El Macareno»), Enrique Baquerizo(17, 19, 23, 24, 25, 29, 2, 3, 4, 7, 9 y 10) / Rubén Amoretti (18, 22, 26, 1, 8 y 11),  (Padre Antón), Luis Cansino (17, 19, 23, 25, 29, 2, 4, 8 y 10) / Arturo Pastor (18, 22, 24, 26, 1, 3, 7, 9 y 11) (Hormigón), Rodrigo Garcia* (Caireles) , Romas Fernández-Canadas* (Pezuño), Mario Villoria* (Recalcao), Milagros Poblador* / Esther Garralón* (Pastorcillo), Francisco J. Alonso* (Vendedor), Alberto Ríos* (Alguacilillo), Joaquín Córdoba*, José Ricardo Sánchez*, Ignacio Del Castillo* (Peones )

Director del coro: Antonio Fauro

Dirección musical: Cristóbal Soler (17, 18, 19, 22, 23, 24, 25 de febrero y 7, 8, 9, 10 y 11 de marzo)/Oliver Díaz (26, 29 de Febrero, 1, 2, 3 y 4 de marzo)

Dirección de escena: José Carlos Plaza

Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 17 - II - 2012
 


 
 
 
 FOTOS : JESÚS ALCÁNTARA

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


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Última actualización el Miércoles, 29 de Agosto de 2012 18:30
 
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