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Luces de Bohemia. 1984. Reseña Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por M. Medina Vicario   
Viernes, 27 de Enero de 2012 16:02

 
 RESEÑA 1984
NUM. 154, pp. 22-23

LUCES DE BOHEMIA

RENUNCIAR AL ESPERPENTO

 

 
 JOSÉ MARÍA RODERO / CARLOS LUCENA

La persistente intoxicación de teoría (creativa o de cualquier otro signo) suele reflejar una penosa incapacidad para afrontar la imprescindible práctica. Dígame usted de que teoriza con tanta desmesura, y yo le diré que no es capaz de realizar, o algo así. Dicho por boca de un clásico: "Teorizar sobre estética es un síntoma de impotencia creativa". Nos invaden los ejemplos: miles de artículos, conferencias, declaraciones y ensayos sobre la paz, el desarme, la justicia, el cáncer y, en otro orden de cosas - que es justamente el nuestro -, Valle-Inclán.

 

Muy poco se puede y debe añadir ya al conocimiento intelectual del Esperpento, culminación del pensamiento de D. Ramón: rompimiento con el teatro burgués de la época, teoría de los espejos deformantes donde los héroes clásicos se distorsionan grotescamente, estética de una España negra tan cara a Quevedo, Goya, Solana, etc. Nos encontramos, no cabe duda, ante una de las aventuras teatrales más apasionantes y complejas, y sin embargo (o quizá por ello), menos experimentadas. Sirva como referencia de lo afirmado el seco dato estadístico. Durante los últimos cuarenta años, tan pródigos en ensayos sobre el tema, los teatros españoles no han mostrado ni una sola puesta en escena genuinamente esperpéntica. Dos únicas excepciones de corte personal-interpretativo: EI trabajo realizado por Agustín González (Luces de bohemia, T. Bellas Artes, director: José Tamayo) y el de Juan Diego (Los cuernos de don Friolera, T. Bellas Artes, 1976). A partir de tan parco balance (no creo que la memoria me escamotee ningún otro oasis), se debería acaso reflexionar sobre las razones que impiden materializar una de nuestras aportaciones estéticas más felices. Pero este discurso nos apartaría demasiado :l de lo que ahora nos ocupa.

 

Por lo que se refiere a este nuevo intento con Luces de bohemia, ninguna duda previa, ya que el mismo Lluis Pasqual declaro su intención de no someterse a ninguna presión estética (incluida la del autor) que pudiera limitar o entorpecer su particular lectura del que considera "primer texto del siglo XX". Se cumplió lo anunciado por el Director del C.D.N. y su hermoso resultado teatral (pletórico de glorias extranjeras) nos llega por fin sin que para nada nos recuerde la ortodoxia valleinclanesca. iCómo y por qué se recurre al primero y más delicado de los esperpentos para de inmediato renunciar a sus más elevadas esencias? Veamos.

 

Lluis Pasqual se detiene y profundiza en tres aspecto, formales del texto: La palabra desgarrada, preciosista e incisiva, de una belleza inagotable, capaz de centrar la admiración de cualquier espectador; los rasgos puramente grotescos de los personajes, envoltorio de unas psicologías amparadas en el puro verbo; la plástica ambiental de gran cuadro panorámico. Para el perfecto engranaje de los dos primeros puntos de atención (palabra-tipos), a Pasqual le sobra talento y primeros actores que molden con disciplina sombras enjutas en un dibujo humano de seguro trazo e indiscutible proyección. La puesta en escena, tercero de los elementos indicados, es un admirable modelo de justeza y sensibilidad. Transparencias en clave de aguafuertes, luces y sombras sobriamente dosificadas que salvan sin dificultad y buen gusto la problemática sucesión de escenas. EI espectáculo, así conforma un gozoso mosaico de singular atractivo.

 

Hasta aquí, lo visto. Queda ahora por comentar lo escamoteado y que, por ausente, se advierte con mayor dificultad. Y 10 ausente, ya se inicio, es la almendra del texto, su cualidad esperpéntica. Bien están los difusos Max Estrella y D. Latino. Pero queda claro que los dos personajes imaginados por Valle son algo más que espectros tambaleantes. Se les resta, en este caso, hidalguía, gigantismo, esa confusa luz de bohemia que debe irradiar desde el interior de sus propias naturalezas. Bien está el poeta Rubén, Madame Collet, D. Gay, Pica Lagartos, y demás ilustre cohorte en sus pintorescas pinceladas con flecos saineteros. Pero que de claro también que son desprovistos de esa degradación amarga, calcinada, propia de una ciudadanía sangrante que Valle tanto amo y desprecio, genial contradicción que, claro, solo encuentra correcta resolución a través de su personalísima estética.

 

Pasqual, concluimos, ha prescindido "con rigor" (si cabe el termino) de lo más brillante de nuestra intuición teatral, pero la decisión no puede calificarse de vacua. Otra cosa sería - que no será por falta de espacio y oportunidad - el ahondar en la permanente dialéctica de si los actuales directores de escena deben permanecer al servicio de los clásicos, o si son aquellos los que deben servir a estos.

 

Titulo: Luces de Bohemia. - Autor: Valle-Inclán. Intérpretes: Jose M. Rodero, Carlos Lucena, Manuel Alexandre. Montserrat Carulla, Nuria Gallardo, Vicky Lagos, Pedro del Río. Juan José Otegui, Carlos Mendi, María Jesús Lara.- Escenografia: Fabia Puigserver.- Dirección: Ll1uis Pasqual.- Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero, octubre 1984.

 


MIGUEL MEDINA VICARIO

copyrigth©medinavicario

 

 

 
 

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Última actualización el Viernes, 27 de Enero de 2012 18:08
 
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