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Passport. Reseña 1993. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Miguel Medina Vicario   
Jueves, 15 de Julio de 2010 09:35
 

PASSPORT,TRAS LA PESADILLA COTIDIANA 

Desde Venezuela nos llega la feliz noticia de que un dramaturgo de 30 años cuenta ya con pleno reconoci­miento público.

PASSPORT

TRAS LA PESADILLA COTIDIANA

   RESEÑA, 1993
   NUM 239, pp.35  

Gustavo Ott fue conocido popularmente, en España,  gracias a Divorciadas, Angélicas y Vegetarianas. No obstante ya había entrado con Passport. Miguel Medina Vicario, celebraa la llegada de autores jóvenes a la escena.

Desde Venezuela nos llega la feliz noticia de que un  dramaturgo de 30 años cuenta ya con pleno reconoci­miento público. Los jóvenes autores caminan por ahí gozando de los espa­cios que aquí se les niega desde el mis­mísimo Juan del Encina. La observa­ción se hace tan obligada como inútil. Nadie la escuchará, que andamos nosotros muy ocupados en averiguar las causas de la decadencia progresi­va de nuestra escena, y no es cosa de entretenerse en asuntos adjetivos.El caso es que Passport pertenece, desde luego, al pulso de un autor lúcido, instalado en su época, y por tanto buen conocedor del momento. Es pieza bre­ve en tiempo real e intensa en conte­nido, como corresponde a la estructura básica de la pesadilla.La historia parte de un absurdo aparente: un joven se queda dormido en el vagón del tren donde viaja y aparece en una estación sin nombre perteneciente a un país desconocido. La incomunicación comienza por el verbo y produce unas primeras situaciones incómodas, enojosas, rozando coherentemente la comi­cidad. Pero el desconocimiento del idioma no es más que el símbolo de un cúmulo de incomprensiones y terrores de mayor rango: insolidaridad, xenofo­bia, terrorismo, droga... Atmósfera reco­nocible donde todo humano alcanza la categoría de sospechoso. De modo que el conflicto se transforma rápidamente en un torbellino de violencia y odios hasta mostrar el más crudo drama.


Cuarta pared realiza un trabajo im­pecable. Comprende bien que allí se manejan pulsiones de Kafka y Beckett esgrimidas desde el desconcierto social que padecemos. Economía en la sinuosidad escenográfica, y precisión de los ritmos que se aceleran o ralen­tizan con justeza. Los actores logran dibujar personajes abstractos, apenas sombras manejadas por una estructura - destino social - de la que forman par­te como piezas serviles. Desde la inge­nuidad a la crueldad, aquellos espantajos contemporáneos, oscuros, nos advierten que el horror que provocan debe buscarse más allá de sus propias actuaciones.


La propuesta, por auténtica, contra­viene los gustos actuales y en su mínima difusión reposa su máxima grandeza.

Título: Passport.
Autor: Gustavo Ott.
Intér­pretes: Encarna de las Heras, Francisco Gar­cía, Angel García. Escenografía y Vestuario: Cuarta Pared.
Iluminación. Alfonso Parra y J. Luis Gómez.
Dirección: Javier G. Yagüe.
Estreno en Madrid: Sala Cuarta Pared, 4 -III-93.

 


Miguel Medina Vicario
Copyright©medinavicario

 

 

Última actualización el Jueves, 15 de Julio de 2010 11:47
 
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