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GRANÁ, FLAMENCO PAL POETA. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Lunes, 10 de Mayo de 2010 08:59

GRANÁ, FLAMENCO PAL POETA
BRILLANTE MONTAJE NECESITADO DE TIJERAS

[2005-04-10]

Años de ausencia en España del Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar...

GRANÁ, FLAMENCO PAL POETA
BRILLANTE MONTAJE NECESITADO DE TIJERAS

Título: Graná, flamenco pal poeta.

Título: Yerma (Primer Acto)
Coreografía: Rafael Aguilar.
Vestuario: Estela Alcaraz
Puesta en escena: Francisco Guerrero.
Dirección: Carmen Salinas.
Escenografía: Miguel Berrocal.
Música: flamenco popular, Flavio Pérez y Ramón Ferrant.
Arreglos musicales: José Bornay.


Intérpretes: Trinidad Artíguez / Helena Martín (Yerma), Francisco Guerrero (Juan), Pepe Flores / David Villanueva (Víctor), Silvia Piñar (María), Rosa Jiménez y Virginia Murcia (Cuñadas de Yerma), Marisa Martos (Vieja pagana), Manuela Fernández (Dolores), Lydia Cabello, Nuria Andrés, Sabrina Fernández, Carmen Robles y Fernanda Borria (Lavanderas), Olivia Juberías (Luna), Helena Martín / Trinidad Artíguez (Hembra), Juan Carlos Calleja (Macho), Carmen Robles, Sabrina Fernández, Olivia Juberías, Virginia Murcia, Nuria Andrés, Fernanda Borria, José María Galuán, Jesús Lozano, Isaac Tovar, Miguel Angel, Villalba, José Carlos Villalba y Javier Romero (Romerías).

Título: Zambra (Segundo Acto).
Dirección: Carmen Salinas.
Coreografía: Francisco Guerrero.
Escenografía: Francisco Guerrero y Gerardo Trotti.
Diseño de iluminación: Roland Beckerle.
Vestuario: Carmen Salinas y Francisco Guerrero.
Música: Flamenco popular, Miguel Linares y José Bornay.


Intérpretes: Helena Martín (Margarita Xirgú), Francisco Guerrero (Federico García Lorca), Juan Carlos Calleja (Rosales), Rosa Jiménez (Manuela), Lydia Cabello (La niña Dolores), Silvia Piñar (La Argentinita), Adrián Mejías (El Cuñao), David Villanueva (El Cuñao), Sabrina Fernández (La Muchacha), Olivia Juberías (Candores), Virginia Murcia (La Muchacha), Nuria Andrés (La Presi), Fernanda Borria (La Nati), José Manuel Galuán (Dióscolo Galindo: El cojo), Isaac Tovar (Paco Galado: Banderillero), Miguel Angel Villalba (Ramón Luis Alonso), José Carlos Villalba (El Coplero), Pepe Flores (El Muchacho), Javier Romero (Joaquín Argoyas: Banderillero), Manuela Fernández (La Cuñá), Marisa Martos (La Colorida), Emilio Florido (El Caracol).


LA COMPAÑÍA
Fandangos (Letra) Francisco Guerrero - Taranto (baile) Lydia Cabello (música) Emilio Florido y Miguel Linares - Tango (música) José Bornay (interpretan) Silvia Piñar, Olivia Juberías, Fernanda Borria, Nuria Andrés y Carmen Robles - Tanguillo (letra y baile) Marisa Martos - Soleá (baile) Rosa Jiménez (música) Miguel Linares - Seguiriya (interpretan) Javier Romero, Miguel Villalba, Isaac Tovar, Adrián Mejías, David Villanueva y José Manuel Galuán – Adagio (música) Miguel Linares (interpretan) Francisco Guerrero y Helena Martín – Bulería (interpretan) La Compañía - Prendimiento (música) José Bornay y Raúl Márquez (interpretan) Francisco Guerrero y Juan Carlos Calleja - Guajira (música) Javier Romanos y Emilio Florido (coreografía) Lydia Cabello (interpretan) Lydia Cabello, Sabrina Fernandez, Carmen Robles y La Compañía.


GRANÁ

YERMA

ZAMBRA

ZAMBRA

MÚSICOS DEL CAFÉ ALAMEDA
Guitarras. Miguel Linares y Javier Romanos – Flauta: Moisés Pascua – Percusión: Juanjo Fernández - Violín: Raúl Márquez.

 


ZAMBRA

Compañía: Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar.
Dirección y administración: Carmen Salinas.
Coordinador de Producción: Stephan Alcaraz.
Coordinador artístico: Francisco Guerrero.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid, 8 – III - 2005

Años de ausencia en España del Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar. Tras su fallecimiento – 3 de marzo de 1995 -, un pequeño compás de espera tras la muerte de Manuela, su mujer, y Carmen Salinas (bailarina de su compañía y amiga de toda al vida) retoma la dirección en 1999. Pero durante este tiempo, poco hemos sabido de sus andanzas. Estaban vivos, pero con mucha gira por el extranjero.
 


YERMA
A los 10 años de la muerte de Rafael, reaparece la Compañía en el Teatro Madrid. Primero para celebrar un Homenaje a Rafael. Allí se pudo ver de nuevo Rango (La casa de Bernarda Alba), un paso a dos de Carmen, dos fragmentos de Bolero (M. Ravel) y videos sobre fragmentos de sus obras y una entrevista.

La memoria de Rafael no se terminó en esa celebración de un día. En los días sucesivos continuó con la última producción del Ballet: Graná, flamenco pal poeta.

Esta coreografía podría calificarse como “un puente balletístico y humano” entre Rafael y Francisco Guerrero, el coreógrafo que ha tomado el testigo en esta nueva etapa. Graná, pretende ser un espectáculo unitario con dos actos: Yerma para el primero y Zambra para el segundo.



Yerma 2005 es, fundamentalmente, la Yerma de 1988, salvo ciertos retoques de vestuario (me parece recordar) e imagino algunas reactualizaciones con respecto al baile. La base fundamental es la misma tanto a nivel escenográfico – aquel torso gigantesco de Berrocal, símbolo de la virilidad masculina – como a nivel de narrativa balletística.

Zambra es lo novedoso y con coreografía propia de Francisco Guerrero, a partir de unos breves apuntes de Rafael. También subyace, parece ser, la idea de construir algo sobre la vida de Lorca y su destino trágico. Para Aguilar, Yerma es el propio Lorca, viviendo su tragedia día a día.

Puestas las cosas así, la pretensión de unir ambas coreografías nace al considerar que el estreno de Yerma (29 de diciembre de 1934, Teatro español de Madrid) se produce dos años antes de la muerte del propio Lorca (19 de agosto de 1936). Rondan ya temores de muerte: contestación de la obra por parte de las derechas, dudosa reputación de la Xirgu, en ciertos ámbitos, por sus ideas y la figura de Lorca, como personaje molesto por su vida amorosa y sus ideas libertarias.
 

YERMA (LA LUNA)
La posible creación de un ballet unitario se facilita, también, por el espacio: el teatro (sede natural de Lorca), la zambra (lugar de copichuelas, muy querido por Lorca, donde se vive el baile y el cante flamenco). La trama, pues, está servida: Tras el estreno de Yerma por la Xirgu, Lorca, Rosales, amigos y la propia Xirgu van a celebrar el éxito a una zambra, donde la niña Dolores, la Argentinita, el Cuñao, la Pollera, bailaores y cantaores alegran la fiesta.

La salida del teatro ya es preocupante: unos “engomaos” y bien “trajeaos”, echan por tierra el cartel anunciador de Yerma. Después el vino, las palmas, los cuadros constumbristas de la zambra y una nueva amenaza. Por fin el último suspiro de Lorca y como colofón su inmortalidad, a través del baile y el cante.

Entendido así – y esa es, creo, la idea que ha pretendido este montaje – nada hay que objetar. Es una brillante idea. No obstante, cuando se contempla el espectáculo tal unión intrínseca no se capta. En realidad asistimos a dos narraciones diversas con una unión extrínseca débil, de modo que podrían presentarse de forma aislada. No basta el cartel de Yerma y el pensar que la identificación de Lorca con la propia Yerma (teoría de Rafael Aguilar), sean suficientes para pensar que el espectador pueda concebir esa unión. Menos, que lo quieran indicar con el título unitario: Graná, flamenco pal poeta.

Posiblemente esta reflexión mía sobre la unidad intrínseca sobren, ya que en el propio programa de mano aparece un subtítulo: Yerma & Zambra. Tal vez al construir el espectáculo sólo se haya pretendido ofrecer dos coreografías cuyo acercamiento es Lorca, el flamenco y la similar tragedia de Yerma y Lorca.

Tema distinto es la valoración – en general muy positiva, aparte de ciertos lunares – de cada una de las coreografías.

Yerma
 

YERMA
La reconstrucción de esta coreografía desvela la modernidad de su concepción, tanto en su contenido (la esterilidad de Yerma, es fruto de la insatisfacción por parte de su marido ), como en su expresión balletística. Posee números de gran fuerza y sigue siendo muy expresivo y convincente el sesgo que se da a la secuencia del macho y la hembra, al concebirlo bajo un aspecto onírico.

La danza, aquí, sabe encontrar su verdadera expresión como vehículo de la idea. Es danza de gran impacto y sensualidad, en la que se integran bien lo flamenco y cierto toque de contemporaneidad. Lo más notable es haber encontrado para cada situación el ritmo y el movimiento adecuado.

No obstante junto a las virtudes, se han conservado algunas secuencias que ya en su momento las sentí como desencajadas o, al menos, sin la inspiración del resto. Una de ellas es la procesión de la romería, dato que como tal no está en Lorca (son mujeres que con cirios van a la ermita) y que, imagino, se introduce aquí para ambientar el nuevo espacio. El que esté o no esté en el original es lo de menos. Lo que sucede es que a nivel de ritmo, crea un freno y poco añade a la concepción coreográfica de la pieza.
 

YERMA (LA HEMBRA Y EL MACHO)
Otra de las secuencias débiles tal como se ha dado es la de las lavanderas. En estos últimos tiempos la danza busca lo interdisciplinar, al introducir el texto hablado o recitado o bien otros tratamientos espúreos a la propia danza. En principio, nada hay que objetar. Lo que sucede es que, en este caso, si ya es difícil para actores de texto recitar a Lorca y más en ese pasaje, aquí el recitado queda, en gran parte ininteligible y el inevitable soniquete molesta.

Esta Yerma, en su recuperación necesitaría unos cuantos tijeretazos e ir más a la esencia de la visión que Aguilar tuvo en su momento. Entonces poseía los defectos mencionados. Siguen ahí.

Zambra

Con una bella escenografía corpórea de Francisco Guerrero y Gerardo Trotti, en la línea de la estampa romántica de finales del siglo XIX, se trata de una acertada y renovada visión de lo que es la trillada Fiesta Flamenca, en la que se van combinando los diversos palos, bien interpretados. La línea argumental – Lorca con la Xirgu en la zambra - es suficiente para crear, con discreción y gusto, el hilván de los palos y el costumbrismo de los diversos tipos, tratados con humor. Se han sabido ajustar los ritmos a las diversas situaciones dramáticas. Un gran acierto el utilizar el baile de los bastones, para el momento agresivo. Funcionan muy bien las coreografías de conjunto.
 

ZAMBRA

 

Y aquí vuelven a aparecer ciertos elementos incomprensibles. Uno de ellos es la muerte de Lorca. El personaje ha evolucionado desde un tratamiento realista – llega con la Xirgu y amigos y se mantiene sin bailar, puesto que lo que allí se está dando son los bailes de todos los días – hacia otro más convencional: Lorca comienza a bailar y la historia se traduce en clave balletística. Esta transición está bien dada. Francisco Guerrero en sus solos muestra brío y su buen hacer.

Hay una traslación a otro espacio, la luna de Lorca. Un bello espacio escenográfico cuya mutación no pierde ritmo. Precede el baile angustioso del propio Lorca, que recuerda la angustia de Yerma en la coreografía anterior (buen acierto) o la de la luna, también en Yerma. Lenguaje de danza y de música y de pronto nos sorprende un disparo de tipo realista, que obliga al espectador a soltar una pequeña carcajada. Y lo que es peor. Lorca cae sobre el suelo también con un tratamiento realista. Sobra el disparo y sobra la caída, máxime cuando el oscuro cierra la secuencia.
 

ZAMBRA
Y a partir de aquí más incongruencias. Pensamos que Zambra, termina con esa muerte y ese oscuro. Pero no. Se añade una torpeza dramatúrgica, cayendo en el ya conocido anticlímax de la narración. Una voz en off, en un artificioso y ampuloso panegírico, exalta la grandeza del poeta y su continuidad a través del folklore. Y por si fuera poco – después de oír entre bastidores voces apagadas y ruidos – la sugerente luna ha desparecido y estamos de nuevo en la romántica zambra (los mencionados ruidos provenían de la tramoya). Se baila de nuevo. Coreografías de buena factura, pero innecesarias para la narración que ya no interesa.

Antes he dicho que la obra termina con la muerte y se me diría que no es así. Desde luego, la obra termina con Lorca y su resurrección a través del arte flamenco. Esa es la historia que se nos ha querido contar, pero entonces la tal “resurrección” debería ser más sobria. No hay por qué volver a la zambra. Allí está la sugerente y bella luna lorquiana y la apoteosis de los bailes finales – símbolo de la inmortalidad del poeta - sólo necesitan de un apunte o una pincelada. Todo lo demás sobra. También el panegírico.

Hay que destacar la sensibilidad e imaginación para con un vestuario lleno de buen gusto y expresividad. También la acertada iluminación de Roland Beckerle.

Graná, flamenco pal poeta puede ser un buen espectáculo que necesita unas tijeras y una línea más unitaria. Posee una brillante idea en ciernes y una compañía de buenos profesionales en el baile, así como una cuidada estética.
 
Más información

           RAFAEL AGUILAR - RESURRECCIÓN - Entrevista

           BALLET TEATRO ESPAÑOL - RAFAEL AGUILAR - Crítica Danza
           YERMA, BOLERO, RANGO - SÍNTESIS DE RAFAEL AGUILAR - Crítica Danza
 
 


José Ramón Díaz Sande
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